Todos tenemos miedo a ser felices ¿Suena extraño verdad? Pero es verdad--- y no tan raro como pensaríamos. Si, antes dije que no quería darle un enfoque demasiado personal al blog pero siento necesario escribir esta entrada, porque es algo que he estado pensando no solo hoy, sino desde el mes pasado. Déjenme explicarme:
Todos hemos llegado a un punto de nuestra vida donde creemos que nada puede ser peor ¿No? Nos va mal en todo, lloramos, nos frustamos con nosotros mismos. Quizá no estamos haciendo lo que nos apasiona (hablando profesionalmente), la escuela nos tiene muy abrumados, discutimos con nuestros amigos, perdemos amistades, nos rompen el corazón (un amigo puede hacerlo, no necesariamente una pareja) o hay problemas en casa, las razones pueden ser muchísimas. Y cuando tocamos fondo, cuando salimos y logramos levantarnos como podemos aunque sea tambaleándonos, vemos que no estamos tan mal, que la crisis es superable. Duele el proceso y usualmente no es de un día para otro, pero salimos. Ahora la verdadera pregunta es
¿Qué pasa cuando superamos esa crisis y nos empiezan a pasar cosas buenas? Y no solo una. Muchas.
Oportunidades de trabajo, realización profesional, cierre de ciclos, éxitos personales, relaciones fructíferas. Todo eso en conjunto parece muy bueno para ser verdad--- y nos aterra. A mi me paralizó. ¿Por qué? ¿Porqué no pueden pasarnos cosas buenas y aceptarlas así nadamás?